La planta siderúrgica Arcelor-Mittal Acindar en Villa Constitución, Santa Fe, atraviesa una crisis histórica debido a la drástica caída en la demanda de acero, que en 2024 sufrió una caída del 40% en comparación con los años anteriores.
En respuesta a esta difícil situación, la empresa implementó un plan de retiros voluntarios que ya afectó a 150 empleados, mientras continúa con suspensiones y mantiene su producción en niveles mínimos históricos.
La compañía ha asegurado que no está llevando a cabo despidos directos, pero la preocupación entre los trabajadores crece, especialmente dentro de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), que teme por posibles desvinculaciones masivas en el futuro. A fines del año pasado, Acindar adelantó una parada técnica programada, lo que resultó en la suspensión de 350 trabajadores, entre empleados directos e indirectos, y en la reprogramación de vacaciones en varios sectores, particularmente en el área de acería. Actualmente, la planta opera al 60% de su capacidad, lo que refleja la baja demanda que enfrenta el sector.
La crisis también afecta a las empresas contratistas que participan en el proceso productivo de Acindar. La reducción de actividades de estas empresas depende de la demanda de servicios y, como resultado, cientos de trabajadores indirectos también se ven afectados. «La cantidad de empleados indirectos afectados dependerá de cómo cada contratista gestione la situación», señaló la empresa, evidenciando la incertidumbre que se extiende a muchos trabajadores que dependen de estos contratos.
Los números de producción de Acindar reflejan la magnitud de la crisis: mientras que en años normales la planta produce alrededor de un millón de toneladas de acero, en 2024 cerró con solo 600.000 toneladas, un récord negativo en la historia reciente de la compañía. A pesar de una leve recuperación en la demanda, la actividad sigue lejos de los niveles previos, y los meses más críticos fueron marzo y abril.
Además de la caída de la demanda interna, la planta enfrenta la competencia creciente de las importaciones de acero chino, que pone en riesgo la cuota de mercado local, que actualmente está compuesta en un 90% por productos nacionales. Ante esta situación, Acindar ha solicitado medidas de protección al sector, como el aumento de los aranceles a las importaciones, en línea con los incrementos del 25% aplicados por otros países.
El futuro de los trabajadores directos y contratistas de Acindar sigue siendo incierto, y aunque los retiros voluntarios y las suspensiones han evitado, por ahora, despidos masivos, el panorama sigue siendo preocupante. La UOM ha alertado sobre la posibilidad de más desvinculaciones y ha reclamado políticas públicas para proteger los empleos en el sector siderúrgico, clave para la economía del país.
Por su parte, Acindar ha afirmado que está preparada para responder ante un posible repunte en la demanda, aunque la recuperación del mercado siderúrgico aún parece lejana. Mientras tanto, el empleo sigue en riesgo en una planta que simboliza las dificultades que enfrenta toda la industria siderúrgica argentina.