El DNU va a Diputados y esperan “mantenerlo con vida”

Apenas votado el rechazo al mega DNU en el Senado, los cálculos sobre sus chances de sobrevida coparon despachos y circularon rápidamente en la cámara de Diputados.

Nadie arriesga un desenlace porque el primer golpe de vista registra números apretados y, sobre todo, poco margen para jugar pronósticos en el ámbito que más expone la fragmentación política.

No es ese el único análisis: parece claro que la suerte del decreto se juega también en la mesa más amplia de negociaciones del pacto político, con los bloques considerados “dialoguistas” y con los gobernadores, no sólo de ese heterogéneo espacio.

Dicho de otra forma: el establecimiento de una base de funcionamiento legislativo y de una relación razonable con las provincias -sin suponer el fin de las tensiones- está atada a la real voluntad de hacer política y cerrar acuerdos por parte de Javier Milei y su gobierno. En las últimas horas y en la previa al desenlace en el Senado asomaron señales contradictorias, pero a la vez diferentes a la reacción y la “narrativa” dura posteriores a la caída de la Ley Ómnibus.

Resulta evidente cierto cuidado en el discurso oficialista y también continúan los gestos negociadores, al menos en principio. Y al revés, llama la atención que en la reunión inicial con los jefes provinciales y en los contactos legislativos no haya existido un planteo de “tregua” en el Congreso. Por el contrario, se produjeron dos hechos que eran previsibles y que, aunque de diferente modo y en distinta escala, expusieron síntomas de una realidad compleja en las dos cámaras.

Diputados tuvo su capítulo en un tema sensible: el debate pendiente sobre un cambio de la fórmula previsional, que como arrastre de la pésima reforma del peronismo/kirchnerismo y por efecto “licuadora” de esta gestión viene esmerilando las jubilaciones. El oficialismo logró el fracaso de la sesión especial, pero la oposición de variado origen estuvo apenas cuatro asientos por debajo del quórum y forzó la integración de la comisión que debe tratar el tema, con presidencia cedida a la UCR.

En la cámara baja quedó expuesto el resultado de negociaciones con eje en el despacho de Martín Menem, aunque no en solitario, porque pesaron los contactos desde el Gobierno con jefes provinciales para frenar la movida y esperar que evolucionen las tratativas por el pacto político y fiscal. En cambio, según se quejaron en reserva algunos legisladores de LLA y señalaron desde bloques dispuestos al acuerdo, el salto en el Senado fue sin red externa.

El resultado de la votación, 42 a 25 en rechazo del DNU, exhibió acompañamiento del PRO, que al igual que en Diputados se mueve ya como socio político. Y respaldo amplio de la bancada radical, aún sabiendo que el resultado asomaba irreversible. Diez de los trece integrantes del bloque se pronunciaron de ese modo. En cambio, Martín Lousteau votó en contra, con la única compañía del fueguino Pablo Blanco, mientras que el bonaerense Maximiliano Abad optó por abstenerse. Una postal de las internas, ampliada después por un comunicado de cuatro de los cinco gobernadores y los presidentes de bloque de las dos cámaras que cuestionaron de hecho la posición del presidente partidario.

Esos matices surgen como datos significativos, del mismo modo que las señales de legisladores de fuerzas locales -rionegrinos, misioneros, santacruceños- que se repartieron entre el voto negativo y la abstención. El panorama en Diputados es igualmente complejo y afecta además a formaciones flamantes como Hacemos Coalición Federal, con Miguel Angel Pichetto a la cabeza. Es un tablero difícil de acomodar sobre todo, según reconocen y trasmiten algunos legisladores, si no avanza un acuerdo más amplio.