García Cuerva disertó sobre narcotráfico en la Facultad de Derecho de la UCA

El arzobispo de Buenos Aires y gran canciller de la UCA, Mons. Jorge Ignacio García Cuerva, participó de una jornada sobre narcotráfico organizada por Especialización en Derecho Penal y la Maestría en Derecho Internacional Público de la Facultad de Derecho de la Universidad. El evento, titulado “La criminalidad transnacional organizada, el problema del narcotráfico y su impacto en la sociedad moderna”, se llevó a cabo en el Campus Puerto Madero.

El decano de la Facultad de Derecho de la UCA, Prof. Pablo Garat, brindó unas palabras de apertura. “El narcotráfico no es un tema más”, afirmó y remarcó: “Cuando asumí como decano en 2018, planteé que, más allá de la excelencia académica, nosotros teníamos un compromiso para atender la tragedia de la pobreza estructural argentina, particularmente, la de los niños”. Como parte de esto, luego de la pandemia, se inauguró en el ámbito de la facultad el Centro Santa Teresa de Calcuta para los estudios y promoción de los derechos de la familia.

Garat aseguró que el narcotráfico es la “mayor amenaza” que afronta el país y señaló que la “mayor tragedia”, la pobreza, se vincula a ella. “Estamos cruzando la línea de lo que en otros países es el flagelo del narcotráfico”, advirtió y resaltó que el narcotráfico está ocupando las funciones que debería ejercer el Estado allí donde el mismo Estado se retira. Indicó, además, que el narcotráfico afecta también a jóvenes de clase media y alta, en familias en donde se ha quebrado el tejido social y las personas sufren ansiedad y depresión. “Tenemos que comprometernos con esto”, enfatizó.

Tras ser presentado por el moderador y docente UCA, Dr. Enrique Bonomi, Mons. García Cuerva dio inicio al panel “El narcotráfico y su incidencia en nuestra sociedad” pidiendo que se le pusiera rostro a quienes sufren la problemática de la droga y dio ejemplos de personas a quienes conoció en sus 20 años de sacerdocio recorriendo barrios vulnerables y cárceles.

“El ‘Chu’ tenía 17 años y vivía en el barrio San Pablo, en Tigre. Consumía muchísimo y había intentado quitarse la vida más de una vez. En uno de esos intentos perdió el ojo y quedó con movilidad reducida. Y él decía que no servía para nada, ni siquiera para matarse. Cuando se recuperó un poco, me dijo que entendió que no servía para matarse, pero que aprendió a resucitar”, compartió.

“El narco nos vienen ganando hace mucho en todos los ámbitos. Pero tenemos que aprender a resucitar”, continuó García Cuerva y agregó: “Más allá de las dificultades y de que los logros sean pocos, tenemos que sostener que esta lucha es invencible, que la causa de un mundo mejor donde nuestros jóvenes no tengan hipotecado su futuro es invencible”.

El arzobispo rememoró otro rostro: el de Carola, que a sus 16 años consumía cocaína y a la que le preguntó dónde se proyectaba dentro de un año. “Muerta” fue la respuesta. “Pensé en los delincuentes que les robaron las ganas de vivir a los jóvenes. El que una persona de 16 años diga que tiene en su proyecto morir es porque evidentemente hay otros delincuentes de guante blanco, que son quienes definen las políticas que hacen que los jóvenes de 16 años fantaseen con la muerte”, disparó.