En un contexto de fragmentación interna, el lanzamiento del espacio radical “Para Adelante” terminó por evidenciar más debilidades que fortalezas.
La presentación del nuevo grupo, promovido por un sector del radicalismo que busca diferenciarse de la estructura tradicional en la provincia de Buenos Aires, se realizó en Tigre, con una convocatoria discreta y sin figuras de peso que respalden la iniciativa.
Lejos de representar un punto de inflexión, el acto dejó a la vista la falta de volumen político del sector encabezado por Facundo Manes. Aunque estuvieron presentes algunos intendentes del interior —como Nahuel Mittelbach (Ameghino) y Salvador Serenal (Lincoln)—, además de legisladores provinciales y diputados nacionales como Pablo Juliano y Danya Tavela, la postal general fue la de un lanzamiento deslucido, sin músculo territorial ni adhesiones clave. Además, contó con la presencia del ex presidente de la Juventud radical Manuel Cisneros.
Uno de los datos más reveladores fue la ausencia de los principales referentes de Evolución Radical, invitados al acto pero decididos a no participar. Tampoco acompañaron la mayoría de los legisladores bonaerenses afines a Manes, lo que fue interpretado como un claro distanciamiento frente a una estrategia que no termina de cuajar. Dentro del partido, cada vez más miradas apuntan hacia la conducción de Pablo Domenichini y Miguel Fernández como ejes del verdadero proceso de reorganización interna.
Frente a este panorama, “Para Adelante” aparece como un intento forzado de diferenciación, sin anclaje territorial ni claridad política. La indefinición del mensaje y la falta de articulación con estructuras partidarias locales encendieron las alarmas dentro del propio espacio. En pocos días, varios de sus impulsores comenzaron a matizar su discurso inicial, aclarando que no buscan romper con la UCR sino “sumar desde adentro”.
Este repliegue discursivo dejó en evidencia un temor común: quedar por fuera de los armados municipales y provinciales en un año decisivo. La necesidad de pertenecer al entramado partidario terminó pesando más que la ambición de construir un proyecto alternativo. Lo que comenzó como una supuesta bocanada de aire fresco se convirtió en un ensayo sin fuerza ni dirección.
En este escenario, el silencio de Facundo Manes no pasó desapercibido. Su ausencia en el acto y su escasa participación en la vida cotidiana del partido acrecientan la sensación de un liderazgo que se diluye con el paso del tiempo. Lejos de consolidarse como figura central del radicalismo, el neurocientífico parece replegarse frente a un escenario adverso y una tropa que ya no responde como antes.
Así, el futuro de “Para Adelante” es, por ahora, un signo de interrogación. Lo que pretendía ser un nuevo capítulo en la historia del radicalismo bonaerense terminó funcionando como espejo de su crisis: un espacio con escasa convocatoria, sin rumbo claro y con un liderazgo ausente. Un experimento que, más que proyectar renovación, dejó al descubierto las limitaciones de un armado que aún no logra despegar.
