✍️ Por Cristián Frers 💻
A estas alturas, ya resulta claro que el cambio climático presenta riesgos ambientales más allá de cualquier cosa que se haya visto en la era moderna.
El clima ejerce una enorme influencia en nuestras vidas. Determina la naturaleza de cada lugar y, al final, también influye en la cultura y medios de vida de todas las localidades y las regiones de nuestro planeta.
No es una novedad que cambie, sí que lo haga tan rápido. Sabemos que el clima es un sistema complejo y cambiante de circulación del aire de la atmósfera en permanente intercambio de energía con el mar y la superficie terrestre, y también que en otras épocas era muy diferente al actual.
En el año 2022, las extremas olas de calor, las sequías y las devastadoras inundaciones afectaron a millones de personas y ocasionaron pérdidas valuadas en miles de millones de dólares.
El aumento de la temperatura podría llegar a los 2,6 grados centígrados hacia fines de siglo, e incluso podría ser aún mayor, alcanzando los 2,8 grados centígrados. Esto dejaría muy lejos el objetivo de evitar que la temperatura se incremente en promedio 1,5 grados centígrados, con un límite máximo de 2 grados centígrados como establece el Acuerdo de París.
Los signos vitales de la Tierra han alcanzado el código rojo y la humanidad se enfrenta inequívocamente una emergencia climática.
Las emisiones globales de dióxido de carbono (CO₂), el principal gas de efecto invernadero, ligadas a los combustibles fósiles volverán a marcar un máximo histórico este año, lo que aleja cada vez más el objetivo de que el calentamiento provocado por el ser humano sea lo menos catastrófico posible.
Los nuevos datos que ilustran la frecuencia cada vez mayor de los eventos de calor extremo como la mayor prevalencia del virus del dengue transmitido por mosquitos y la creciente pérdida global de la cubierta forestal debido a los incendios. Se señala que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera han alcanzado las 418 partes por millón (0,04 %), los más altos registrados.
Tengan en cuenta todas estas olas de calor, incendios, inundaciones y tormentas masivas, El espectro del cambio climático está a la puerta y golpeara con fuerza.
A medida que las temperaturas de la Tierra aumentan, la frecuencia o la magnitud de algunos tipos de desastres climáticos en realidad pueden estar aumentando. Se insta a todo profesional relacionado con el Medio Ambiente, Biólogos o Climatólogos de todo el mundo a hablar sobre el cambio climático.
Como se puede observar por los aumentos repentinos anuales en los desastres climáticos, estamos en medio de una gran crisis climática, y lo peor está por venir si seguimos haciendo las cosas como las hemos estado haciendo.
A simple vista, que la marca térmica argentina suba un grado puede parecer insignificante. Pero las consecuencias, en verdad, no lo son como muestra el pasado reciente. En los últimos 150 años la temperatura promedio del planeta aumentó 0.6º y 0.7º y los efectos no dejan de repercutir: glaciares en retroceso, derritiéndose; el mar se calentó al menos 0.6º y las lluvias cayeron en áreas hasta entonces inhóspitas. Sin ir muy lejos, tranqueras adentro de la Argentina, las mayores precipitaciones permitieron que la frontera agrícola avance 200 kilómetros hacia el oeste del país en una franja que va desde La Pampa hasta Santiago del Estero y que hasta la década del 60 era considerada semiárida.
Esta zona que ahora es productiva, no parece tan claro que en las próximas décadas siga teniendo las condiciones climáticas tan favorables, dado que el incremento de la temperatura no estará acompañado por una tendencia sostenida de precipitaciones
El cambio climático no es un problema independiente. Para evitar más sufrimiento humano, debemos proteger la naturaleza, eliminar la mayoría de las emisiones de combustibles fósiles y apoyar adaptaciones climáticas socialmente justas con un enfoque integral en todas las áreas.
Si la Tierra está molesta, cada vez más enojada, es por culpa de todos. Cada vez le hacemos más daño. Y cuando la culpa es de todos, no significa que ella no sea de nadie en particular. Es de cada uno, según su grado de responsabilidad.
Todos somos responsables de los cambios que ya hemos provocado en la Tierra, y de los que vendrán. Pero en nuestras manos, está el que las próximas generaciones reciban, como mínimo, el mismo planeta que las generaciones actuales heredaron de sus padres.
Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).